domingo, 7 de julio de 2013

El tipo que se cargó la Luftwaffe (I)


Siempre se ha tenido una imagen de la Luftwaffe de Hitler -la Fuerza Aérea alemana en la Segunda Guerra Mundial- como de una cosa ténicamente casi perfecta, con aviones poderosísimos y avanzadísimos para su época, con un pila de ases de la aviación y, en fin, como si se tratara del clásico ejemplo de la famosa e insuperable ingeniería alemana. Un arma casi invencible que sólo fue derrotada por las circunstancias, por culpa de las decisiones de Hitler y, sobre todo, debido a la abrumadora superioridad numérica de sus enemigos.

Bien, pues esta visión tiene mucho de mito. Ciertamente contó con algunos tipos de aviones muy buenos, pero también con otros no tan buenos. Ciertamente contó con un gran número de excelentes aviadores (y una cantidad inusitada de ases de caza que alcanzaron unas cifras astronómicas de derribos), pero también con una barbaridad de pilotos inexpertos -sobre todo en los últimos años de la guerra-, que eran enviados como carne de cañón a volar casi sin entrenamiento. Ciertamente, y como es obvio, las decisiones de Hitler tuvieron mucho que ver con la marcha de guerra pero, en lo referente a la Luftwaffe, la verdad es que el Führer tomó pocas decisiones -salvo en momentos concretos-, porque la aviación era un tema un tanto desconocido para él. El responsable de la Fuerza Aérea, en todo caso, fue su jefe, el Mariscal del Reich Hermann Göring, un antiguo as de caza de la Gran Guerra. Sin embargo, y en mi modesta opinión, el tipo que más culpa tuvo directamente de la derrota de la Luftwaffe no fue Göring, aunque éste sí cargara con gran parte de la responsabilidad, entre otras cosas porque fue quien colocó en su puesto al hombre del que hablamos: Ernst Udet.



Udet (nacido en Fráncfort, en 1896), igual que Göring, fue un as de caza de la Primera Guerra Mundial. Ambos volaron en el famoso "Circo Volante", el Jagdgeschwader 1 (JG 1, Ala de Caza nº 1) de Manfred von Richthofen, el Barón Rojo, donde se hicieron amiguetes.

Cuando terminó la guerra, Udet estaba en el hospital debido a una herida en el muslo. Con 22 años, se había convertido en el segundo as de caza alemán con más victorias, sólo por detrás del Barón Rojo (muerto con 80 derribos en su haber), y ocupaba el quinto puesto en la lista global de ases de caza de la Gran Guerra. Había logrado 62 victorias (Göring, en cambio, "sólo" 22, a pesar de lo cual terminó siendo jefe del JG 1 en lugar de Udet).

Como se puede apreciar en la foto, fue condecorado con la Cruz de Hierro y la Pour le Mérite (la máxima condecoración militar alemana hasta la Primera Guerra Mundial). Se convirtió en un tipo popular en Alemania.


Ernst Udet


Hermann Göring




Manfred von Richthofen, el Barón Rojo


Tras la guerra, en 1920, Udet se casó con su amor de toda la vida, Eleanor Zink, "Lo", cuyo apodo llevó escrito bien grande sobre sus aviones durante la contienda.






En la primera imagen, Udet a bordo de un caza Siemens-Schuckert D.III; en la segunda, un perfil de su Fokker D.VII




Pero, ay, la fama y la popularidad se le subieron a la cabeza, y cual concursante de Gran Hermano empezó a llevar una vida de crápula, así que se divorció a los tres años.
 
En los alegres años veinte, mientras su amigo Göring se codeaba con la aristocracia sueca y se hacía nazi, Udet era el típico aviador aventurero de la época, cosa que le permitía ir de fiesta en fiesta y de cama en cama (parece ser que estuvo a punto de morir acuchillado por uno de sus ligues, y que en los años treinta llegó a estar liado con una espía soviética, Martha Dodd).

También dibujaba muy bien.






Además fundó una compañía aeronáutica e incluso fue actor en varias películas junto a Leni Riefenstahl.




A inicios de los años treinta, mientras estaba en Estados Unidos, Udet se enamoró de un avión, y ese amor resultaria a la vez beneficioso y trágico para la futura Luftwaffe. El objeto de su amor fue el Curtiss F11C Goshawk, un avión naval también conocido como Hawk II en su versión de exportación.



Udet se convirtió en un férreo defensor del bombardeo en picado al ver las demostraciones de picados de este aparato en una exhibición aérea. Tal hecho influiría notablemente en la composición aeronáutica de la Luftwaffe e incluso en el curso de la Segunda Guerra Mundial, como ya veremos.
 
El tipo empezó a insistir en los círculos aeronáuticos germanos en que la futura aviación alemana debería contar con bombarderos en picado.

Aunque la política no le interesaba nada, tras la llegada de los nazis al poder, su amigo Göring le convenció para que se afiliase al NSDAP a cambio de comprarle unos aviones yanquis de ésos que tanto le gustaban. Así fue, de modo que los nazis le compraron a Udet un par de Curtiss Hawk II. A causa de las restricciones del Tratado de Versalles, los aviones llegaron a Alemania desarmados. Pero vamos, eran aviones de guerra, lo que demuestra cómo se podía burlar el Tratado de Versalles poniendo un poco de interés y con la ayuda de ciertas empresas estadounidenses.

Los dos aviones fueron evaluados y le hicieron a Udet todavía más entusiasta si cabía del bombardeo en picado. El tipo los empleó para hacer acrobacias. Uno lo estrelló en 1934, tras saltar en paracaídas, y con el otro realizó una exhibición con motivo de los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín. Hoy ese aparato (o lo que queda de él) está en el Museo de la Aviación de Polonia, en Cracovia:



En 1935, Udet ingresó en la recién creada Luftwaffe con el grado de coronel, aunque como tenía enchufe no tardó en ascender a general. Su primer cargo fue el de Inspector General de la Aviación de Caza.
 
Seguía siendo muy popular, así que se dedicó a hacer propaganda de la nueva Fuerza Aérea.




La insistencia de Udet sobre el bombardeo en picado dio sus frutos. Ya en 1933, el recién creado Ministerio del Aire (Reichsluftfahrtministerium, RLM) lanzó el programa Sturzbomber ("Bombardero en picado"), que daría lugar a la creación del famoso Junkers Ju 87, más conocido como Stuka, abreviatura de Sturzkampfflugzeug, "Avión de combate en picado". El primer prototipo, construido en Suecia en 1934 y trasladado en secreto a Alemania (otra burla del Tratado de Versalles), voló el 17 de septiembre de 1935, cuando la existencia de la nueva Luftwaffe ya había sido revelada al mundo.


Junkers Ju 87 V1


El Stuka formaría parte de la columna vertebral de la Luftwaffe durante la Segunda Guerra Mundial.

Hago un inciso para explicar las ventajas del bombardeo en picado. En realidad sólo hay una: la precisión. En los años treinta, los visores de bombardeo eran instrumentos rudimentarios e ineficaces que daban  pobres resultados. Para destruir blancos pequeños era necesario soltar grandes cantidades de bombas, y a veces ni así se conseguía el objetivo (como pasó en Guernica, cuyo puente no fue destruido en el famoso bombardeo). Una fuerza de bombarderos en picado teóricamente permitía destruir objetivos pequeños con aviones no muy grandes y pocas bombas.

Sin embargo, no todo el mundo en la Luftwaffe era tan entusiasta del bombardero en picado. El Jefe de Estado Mayor, general Walther Wever, era más partidario de centrar los esfuerzos en la creación de una buena flota de bombarderos estratégicos que pudieran destruir objetivos grandes a grandes distancias. Así surgieron los programas de los bombarderos pesados Dornier Do 19 y Junkers Ju 89. Por fortuna para las ideas de Udet (y por desgracia para la Luftwaffe), Wever murió en un accidente aéreo el 3 de junio de 1936, y los programas de los bombarderos pesados fueron abandonados, como ya veremos.


Walther Weber


Göring nombró entonces al general Albert Kesselring sucesor de Wever, y a Udet lo puso al frente del Technisches Amt, el Departamento Técnico del RLM. Hasta entonces, ese trabajo había corrido a cargo de Erhard Milch.

El general Erhard Milch, ex director de la Luft Hansa y Secretario de Estado del RLM, fue seguramente el principal artífice de la Luftwaffe en los años treinta. Göring, más preocupado por temas políticos e ignorante de los últimos avances de la aviación (la última vez que había pilotado un avión había sido en 1922), delegó en él las tareas de creación y organización de la nueva Fuerza Aérea. Los nazis valoraron su trabajo, y la prueba es que pasaron por alto que su padre fuese judío extendiéndole un Certificado de Sangre Alemana.


Erhard Milch


Sin embargo, Göring, que era un personaje arrogante y estúpido, empezó a sentir celos del éxito de su subordinado, asi que fue encargándole poco a poco a Udet tareas hasta entonces encomendadas a Milch. Tareas para las cuales Udet no estaba preparado en absoluto. Así, a comienzos de 1939 Göring hizo a Udet Generalluftzeugmeister, Director General de Material Aéreo, es decir, el tipo que se encargaba del perfeccionamiento técnico y la producción de los aviones de la Luftwaffe, o sea, del rearme aéreo del Tercer Reich. Nada menos.

En este punto voy a hacer otro inciso para descargar un poco de culpas a Udet. Por lo visto, el hombre era consciente de sus limitaciones. Lo que a él le gustaban eran las mujeres, el alcohol, la carne y pilotar aviones (en 1938 había establecido un récord de velocidad volando en un caza Heinkel He 100), y en cambio se estaba metiendo en un berenjenal de aúpa. Pero claro, a ver quién tenía narices para decirle que no a Göring. Udet habria sido un gran piloto de pruebas, pero no tenía ninguna credencial para el puesto que se le había asignado. 




Tú hazme caso y acepta el puesto, melón, que es un trabajo facilito y te vas a forrar


La suerte de Udet estaba echada, y sería paralela a la de otro pobre desgraciado, el por entonces coronel y poco después general Hans Jeschonnek, un tipo que por las mismas fechas fue puesto al frente del Estado Mayor de la Luftwaffe con sólo 39 años, sustituyendo al general Stumpff, quien a su vez había sustituido a Kesselring.







Hans Jeschonnek


Jeschonnek era un tipo inteligente pero tímido y retraído, de poco carácter, así que no podía imponerse a los generales de la Luftwaffe, más veteranos que él, aunque fuesen sus teóricos subordinados. Jeschonnek se vio así en la poco envidiable posición de ser el responsable de todas las acciones de la Luftwaffe al tiempo que contaba con poca autoridad para decidir sobre el curso de los acontecimientos.

El futuro pintaba muy negro para Udet y Jeschonnek, y de paso para la Luftwaffe, a cuyo frente se había colocado a personas que no estaban capacitadas para realizar su trabajo. Eso sí, ese estado de cosas permitía a Göring ejercer más fácilmente su autoridad sobre su Fuerza Aérea (su tessssssssoro). 





Continuará...


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