viernes, 2 de marzo de 2018

Belle y Mari




El otro día leí una noticia acerca de una mujer diagnosticada de cáncer, que había muerto tras abandonar el tratamiento convencional y asegurar en vídeos colgados en internet que se había curado gracias a sus rezos, a beber zumos y a una dieta crudivegana. Cuando empeoró, Mari Lopez aceptó someterse a quimio y radioterapia, pero ya fue tarde.

Uno se pregunta qué clase de ideas le están metiendo en la cabeza a la gente los adalides del pensamiento positivo y posmoderno y la medicina natural para que ocurran cosas así. El caso de Mari Lopez es grave no solo porque haya muerto, sino porque para colmo parece ser que su sobrina Liz, que aparecía en los vídeos con ella, continúa convencida de que los zumos, las verduras crudas y rezar, sirven para curar enfermedades.

La pregunta que hay que hacerse no es solo qué clase de ideas son esas, sino también qué clase de personas las propagan. Y así llegamos al caso de Belle Gibson.

Belle Gibson es una bloguera australiana nacida en 1991 y defensora de la medicina alternativa, que en 2013 afirmó públicamente que cuatro años antes se le había diagnosticado un cáncer cerebral con metástasis, es decir, terminal. Según dijo, había abandonado el tratamiento médico sustituyéndolo por terapias naturales: dejar de comer gluten, lácteos, carne, conservantes y productos transgénicos, hacer prácticas ayurvédicas, someterse a irrigaciones colónicas (las lavativas de toda la vida), terapia craneosacral y otros procedimientos alternativos. Gibson aseguraba que su cáncer había aparecido como reacción a la vacuna contra el virus del papiloma humano (comercializada como Gardasil). Hay que decir que en España la oposición a esta vacuna ha partido de conocidos personajes como Gaspar Llamazares, Teresa Forcades, Josep Pàmies y las organizaciones que giran en torno al médico de familia Juan Gérvas, todos ellos enfrentados a la mayor parte de la comunidad médica y científica, tanto en España como en el resto del mundo.

La afirmación de Gibson era un tanto rara, porque el programa de vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH) había comenzado en Australia en 2007 para chicas de entre doce y trece años de edad, y ella en aquel momento tenía dieciséis. Pero mucha gente la creyó simplemente porque era una joven cuya vida había sido puesta en peligro por las temibles mafias médicas y farmacéuticas y se había salvado valerosamente rebelándose contra el sistema y eligiendo un estilo de vida alternativo y natural. Y eso vende.

Gibson empezó a contar su historia en 2013 cuando lanzó al mercado una aplicación para móviles llamada The Whole Pantry ("Toda la despensa"), con sus propias recetas mágicas para vencer el cáncer y sus consejos sobre un estilo de vida alternativo que incluían la recomendación de que no se vacunara a los niños, así como el consumo de leche cruda no pasteurizada (en 2014, en el estado de Victoria, donde vive Gibson, un niño de tres años murió y otros cuatro menores de cinco años enfermaron gravemente después de consumir leche cruda). La aplicación fue un éxito, se descargó más de trescientas mil veces, le generó cerca de un millón de dólares en un año, y fue seguida por un libro, un blog y una cuenta en Instagram que llegó a tener casi doscientos mil seguidores. Convertida en un fenómeno mediático, en 2014 una desconsolada Belle Gibson informó a sus seguidores de que tenía metástasis en sangre, bazo, cerebro, útero, hígado y riñones. Entonces aseguró que una cuarta parte de los beneficios que recaudaba por diferentes vías la destinaría a causas caritativas, y que de hecho ya había donado trescientos mil dólares.




Pero el pastel comenzó a descubrirse cuando a comienzos de 2015 las organizaciones a las que se supone que había destinado los fondos denunciaron que no habían recibido ni un centavo. Un mes después Gibson reconoció en una entrevista que se lo había inventado todo, que de cáncer rien de rien, y que era por culpa de una infancia complicada.



La editorial Penguin Australia, que había publicado el libro de Gibson, lo retiró del mercado y tuvo que pagar una multa de treinta mil dólares australianos al Fondo Legal del Consumidor del estado de Victoria por publicar de forma irresponsable las afirmaciones de una autora sin confirmarlas. En septiembre de 2017 Gibson fue condenada a pagar una multa de cuatrocientos diez mil dólares.

Pero claro, el daño ya estaba hecho.


Más información:

-Schwarz, Mauricio-José, "La izquierda feng-shui. Cuando la ciencia y la razón dejaron de ser progres", Ariel, 2017.




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